Una vida
cualquiera
Su horóscopo decía que su día sería fantástico, que era una persona exitosa y segura, que era causa de admiración, tal y como su signo la describía alegre, impredecible y sobre todo libre, pero tan equívoco y superficial como su vida aparentemente acertada, y de trasfondo ante todo este teatro de la existencia cotidiana, en las noches se escondía un alma rota, bohemia, pegada de una botella con lágrimas manchando los versos de sangre que expresaban su amargura y frustración, su ansiedad que calmaba con humo azul, pintura fugaz en el viento de todas esas palabras no dichas en el día…en esto se resumía su pasajera estadía en este mundo…
Y pues ahí estaba otra noche en medio del frío, casi desnuda tapada solo con un ligero vestido, mientras escuchaba un tango, se sonreía al ver el humo caliente que salía de sus fosas nasales además de hacerse la pregunta de cada noche al ver esa ciudad donde para ella nunca salían las estrellas
- ¿Qué hago aquí? ¿Por qué he llegado a este punto? ¡respóndeme luna cómplice de mis amarguras! – susurraba con voZ ronca desde la azotea y una lágrima caía por su mejilla siendo limpiada por sus frías y moradas manos, toma una copa más del blanco licor, tira la colilla del cigarrillo a la avenida y se dispone a salir a cantar, vagabundeando y caminando como loca ya un poco embriagada, con las manos temblorosas prende un tabaco y fuma tranquila para terminarlo y encender otro cigarrillo, que se consume rápidamente entre sus pasos;
se siente libre, se siente plena y sobre todo se siente cómoda en medio de esa avenida poco transitada y piensa en el mañana en que otra vez se sentirá extraña entre la gente, que tendrá que aguantar otra vez esa pesada máscara con la armadura llamada vida pública, se le sale un suspiro
- pero qué más da, solo será un día más y estaré más cerca de mi muerte…¡y estaré más cerca de mi muerte!- pronuncia estas palabras entrecortadas en una risa triste. Da la vuelta y a paso apurado vuelve a casa y ya en su cuarto se desnuda para tumbarse en la cama…y fuma hasta que pegada por la ganja, se queda profunda hasta el otro día.
Se levantó tarde como siempre y sin mucho afán se baña, cambia y maquilla para irse a clase, con el estómago vacío como casi todos los días por no alcanzar a desayunar, se pone sus auriculares y se dispone a fumar mientras va camino a su obligación, una cuadra antes de llegar a las puertas de la universidad acaba su cigarro como siempre y sube el volumen de la música con su cara seria, pasa como si nada a la gente, ignorando sus miradas y saluda a quienes medio conoce, distraída pensando en el hecho que ha caminado demasiado rápido y a 5 minutos antes de clase disminuye su paso, baja su mirada y sigue caminando topándose con una sonrisa y unos ojos color sepia, hermosos que la saludan calurosamente.
feliz y fastidiada responde:
-hola ¿Cómo estás?- dice ella con voz aguda y tierna, fingida como siempre
-bien ¿y tú?- pregunta con su voz suave aquel caballero.
-bien gracias- respondió mientras siente a aquel personaje pasar junto a ella rozando su cabello haciéndola estremecer.
de este modo corre, hasta ver al profesor en la puerta del salón y se apura a entrar a clase para sentarse en las filas de atrás, no puede mantener la concentración después de 15 minutos, está otra vez peleando con todas esas voces en su cabeza que solo lastiman su alma, todas hablan al mismo tiempo y se unen al repetirle lo que ya sabían
- solo eres una serie de sucesos desafortunados en la vida de los demás-expresa fuerte -5
-nunca has hecho nada por ti misma o por tu felicidad- susurra con cizaña -6
y por último -7 remata diciendo – nunca serás capaz de hacer feliz a nadie-
Ella a punto de estallar de tristeza se topa con unas manos inquietas que se sacuden en la otra esquina hacia ella, que apenas al mirar esa ternura, aquel chico que hace que su mente se disperse volviendo en sí una ligera alegría. El tiempo ha pasado demasiado rápido y también ha perdido una clase más y se dispone a volver a casa.
Su tarde transcurre normal unas clases más, así mismo las noches de bohemia y los días repetitivos en su monótona vida que la solía alegrar su mejor amigo ,presencia de aura azulada y alegre cómplice de sus locuras, aunque estos días ha habido pequeños cambios, una presencia dulce, ojos sepias de profundos sentimientos ha estado en contacto con su oscura aura y como una juguetona, cálida ave, a dado abrazos y tiernas miradas, ya no puede sacarse de la cabeza a aquel peculiar ser que era tanto como Mr. utopía expresada en su primer amor.
Mientras analiza todo lo sucedido se harta de pensamientos y come apurada para no llegar tan tarde, y como cosa rara aun así no llega a tiempo y ni siquiera sabe en donde le toca clase ni lo que tiene que hacer, apurada hace llamadas a personas a las cuales no quiere hablar y que tampoco contestan, y se acuerda de ese petirrojo juguetón.
aquel amante, aquel sr. utopía una vez contesta dice en dónde está, la chica corre y entra con tranquilidad y al alzar la mirada se encuentra con sus cálidos ojos y unas manos que acarician su mejilla susurrando
- ay…distraída-
feliz pasa el día hasta que llega la noche, donde no puede dejar de pensar en la pequeña avecilla que pone colores a su vida, y piensa en él, ella también ilumina sus días, pero ¿él también se encariñaría al estar juntos como ya lo estaba ella con él?.
Un día como aquellos otros, en su desfallecida vida, camina como si nada por la calle, como siempre, en la avenida, despistada pero nunca herida, nunca arrollada, antes pareciera que quisiera desolar aquellas calles, terminar con todo y con todos. Pasan junto a ella 5 carros y 3 motos y sigue su camino, después de 15 minutos de salir de su casa, llega a la universidad, tarde, pero ya no es algo extraordinario, ya que se siente más inconsciente de día, en la noche su creatividad vuela, no quiere desperdiciar un minuto lejos de su hermosa cama, así que sola como un sonámbulo, llega a clase, no como un deseo, sino como una obligación, como aquel deber que ha cumplir y así darle un mejor futuro a su familia y en especial a su madre, linda princesa de sus recuerdos, la cual es un breve rocío de agua fresca a su alma marchita.
Apenas llega a clase, la puerta está cerrada, por suerte es transparente, por consiguiente un compañero abre aquella entrada segundos después, el profesor la saluda y le desea su clásico
-buenas noches, señorita-
a lo cual ella impulsada por la vergüenza o como por un mandato nunca impuesto, saluda a su mejor amigo, mientras él habla con ella sobre cualquier cosa, su cabeza voltea a ver a aquel petirrojo que le hace un saludo con la mano, aquel avecilla que cuando sonríe hace que ella sonría, y sin querer ella piensa si sonríe por cortesía o por hacerla feliz.
Con el pasar del tiempo ella sigue absorta en sus pensamientos, solo anhela culminar la clase, está cansada y quiere volver a casa, al menos por un rato, mientras almuerza y vuelve a clases, ya mañana seria viernes y podría dormir todo el fin de semana como ya le era costumbre, pero cuando el profesor da terminada aquella lección.
ella se levanta y antes de salir del salón, ve dos manos que le tapan los ojos y con voz dulce le preguntan
-¿Quién soy?-
a lo cual ella responde
-yo sé quién eres, señor obvio-
y ríen ambos conjuntamente, como aquella mezcla entre viento y humedad que forma el clima perfecto para dormir eternamente.
Él le pregunta
-disculpa, solo quería saber si puedes salir esta noche, me gustaría charlar y conocerte un rato-
ella sin vacilar, con solo aquella imagen que posee de él, responde con una seriedad inexistente
-sí claro, también me gustaría- con dicha afirmación sale corriendo y a lo lejos se despide de su querido petirrojo, llega a su casa, espera el almuerzo y después de sus clases corre devuelta a su hogar, desea alistarse y poder disfrutar de una hermosa velada con su linda avecilla.
Mientras pasan las horas para su deseado encuentro, ella se centra en si, piensa en todo lo que la envuelve, todos los acontecimientos que la han llevado a donde está ahora, una simple estudiante universitaria, que aspira ser libre algún día de sus pensamientos, de aquellas voces que no la dejan ser feliz, ella las ama pero también las detesta, como todo en aquel mundo, ya que siente que nadie la alcanza a entender, nadie como aquellas voces, que la definen como un sinfín de personalidades incorregibles, del cual no quiere escapar.
De un momento a otro mira el reloj, ya solo faltan 10 minutos para que su cita llegué, nerviosa corre al baño, se ducha, se alista y cuando sale hasta su cuarto, escucha unos golpecitos en la ventana, unos dulces golpes contra el vidrio de aquel marco, a lo cual ella responde
-ya salgo-
Aunque la verdad, como no se ha puesto el maquillaje ni la ropa lo más probable es que se demore un poco.
Después de un cuarto de hora, abre la ventana, aquel chico no se encuentra, ella mira hacia los lados buscando a su petirrojo, de un momento a otro queda sobresaltada, al saber que él estaba escondido bajo el marco de aquella ventana, él dice
-disculparas el susto, solo pensé que sería divertido-
a lo que ella responde
-solo es divertido cuando yo lo hago-
después de hablar un rato se disponen a salir, camina como si nada, por aquellas calles pedregosas, cuyo color oscuro le recuerdan a ella un pasado delirante antes de llegar a aquella apesadumbrada ciudad en donde estudia y desea superarse, volver a ser feliz y olvidar la melancolía.
Mientras siguen su camino, ríen, dicen tonterías e imitan muchas locuras de las cuales hacen suspirar a aquellos amigos, al saber que cada uno por su parte desearía besar al otro, pero por temor al qué dirá se cohíben y continúan la conversación como si nada.
Llegan a una licorería, en el cual piden 2 litros de licor, se marchan y por el camino toman las primeras copas, mientras ambos poco a poco se acercan lentamente, sin tocarse, pero desnudándose con la mirada;
Cuando llegan a casa, siguen su tertulia con naturalidad, hablan sobre el semestre, sobre los amigos y sobre las notas, algunas de calificaciones y otras musicales.
Ella se levanta dispuesta a estirarse un poco al estar sentada largo rato, cuando sin querer y gracias a su torpeza sus piernas tambalean, ella cae sobre su querido petirrojo, a lo cual al estar los dos tan juntos y bajo la influencia del alcohol y el fuego de sus almas, dan el primer paso hacia un beso, del cual se desencadena todo un estallido desenfrenado de sexo sin premeditar, en el cual los dos expresan sus anhelos de no querer estar sin el otro nunca, de amarse para siempre, de poder ser felices eternamente, las normales promesas de aquellos enamorados que deben afrontar un día a día llena de sorpresas y calamidades, y por lo cual no comprenden lo que dicen ya que solo están impulsados por el placer y aunque se quieren aun no saben lo que es el amor.
Sin embargo, ya es algo tarde, apenas acaban su acto erótico, él se despide, debe marcharse, ya que debe cumplir cierto itinerario en casa, no llegar demasiado tarde y así no tener problemas, aun así se despide y se disculpa por no seguir acompañando a aquella dama de la cual está enamorado, ya que él sabe el vacío que se forma al tener solo sexo casual con alguien y no poder estar más tiempo arrunchados demostrándose todo su afecto, se dispone a irse y le desea una buena tarde a su linda chica, mientras tanto ella, está cansada, desea dormir, poder olvidar lo que acaba de pasar, no se siente mal, pero tampoco orgullosa, ya que se lamenta haber traspasado aquella línea entre amor y amistad, de una manera tan rápida, ella siente temor de que todo termine allí, un simple acto sexual, que él cambie y deje de tomarla en cuenta como aquella chica desnaturalizada, diferente a cualquier otra, o al menos esa es la imagen que él tiene de ella.
Aun así pasa el tiempo, y después de 2 meses, se entera de un posible embarazo, a causa de aquella noche de copas, con miedo se aplica una prueba de embarazo, la cual sale positiva, deprimida va a contárselo a su querido petirrojo, quien queda pasmado por la noticia, pasan una tarde juntos, pero al otro día él no llega a clases, pasan los meses y no vuelve, por consiguiente ella se desilusiona, entristece pero aun así quiere sacar a su bebe adelante, con aquel instinto maternal que guarda en su interior.
Siguen pasando los meses, y un sábado mientras descansaba en casa, ella rompe fuente, llega una ambulancia y la lleva a un hospital cercano
-ya estás pronta a dar a luz- dice una enfermera, mientras ella espera en una camilla con los respectivos dolores de parto.
se acercan a ella unas manos conocidas, pero aun así queridas, su nunca olvidado petirrojo se encontraba allí,
-¿Por qué?, después de haberme abandonado- pensaba ella para sí, ella no quería verlo, pero lo seguía queriendo, por lo tanto no sabía qué hacer, estaba sola pero con él se sentía mejor, como si aquella compañía representará un mundo diferente, donde la soledad y la tristeza la abandonaran, así que le permite estar junto a ella en esos momentos.
llega la hora y mientras da a luz se provoca un desgarro en una sección del cuello uterino, todo esto se traduce en una hemorragia que la convierte en una fuente chorreante de sangre fresca, mientras concibe a una criatura hermosa, radiante de luz, como si aquella madre le regalara su alma, su vida y sus dones a aquel indefenso ser que solo respira apesadumbradamente y llora sin cesar.
El doctor entrega él bebe a una enfermera que después de limpio se lo entrega al padre, mientras intentan detener aquella hemorragia para poder salvar la vida a aquella madre, cuyo último recuerdo en este mundo, es ver a su precioso bebe junto a su bello amado, lo mejor de su vida representado en un cuadro que en el fondo se desvanece entre las sombras de aquella habitación de hospital, en la que ella está dando sus últimos suspiros para dormir como siempre lo deseo, eternamente.
Fin.
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