corazones rotos
En aquel día de agosto, en plena helada de otoño del cual pendían de un árbol aquellas hojas agonizantes por el frio inconcluso, se hallaba una niña de pelo lacio con matices de un café oscuro sea por la penumbra de aquel día o por la frialdad de su vida algo desfallecida y vacía, frías como esas hojas que pendían de aquellas ramas.
Lee acerca de las proclamas de la guerra en aquel periódico sensacionalista del pueblo de middletown, su pueblo natal, el cual dice que ambas tropas, aliada y oposición, luchan sin trivial acuerdo al margen de un rio en el cual la corriente no lleva agua sino sangre, en el cual los árboles se alimentan de los gritos agónicos de tantos soldados predispuestos para la batalla y sin un aliento de voluntad propia sino de ordenes cumplidas a cabalidad.
Aquella niña esta triste por su padre, por su madre, y sus hermanos, todos predispuestos a disposición de las calamidades en aquel país devastado por la insaciable guerra, destruido por el sufrimiento y saqueado por la hambruna, en el cual, todos comparten ese mismo destino, la muerte, todos excepto tal vez los más ricos y poderosos, los que imponen la mano y tiran las ordenes, aquellos que arrojan pobres a cárcel y soldados a trincheras.
Dulces mártires en aquella guerra, dulces santos en la muerte, las disputas sociales, económicas, y regionales son una misma, el deseo al dinero llama a la puerta a poderosos, todo esto para que una pequeña niña recostada en aquel árbol marchito, vea a lo lejos un puente desbordante de sangre, y un pasto manchado de rojo, marchito y con cantos fúnebres que rezan los querubines.
La pequeña niña vuelve a casa, su madre la acoge:
-hola pequeña Alicia, ¿dónde estabas? Me tenías preocupada mientras cosía mi tela de holán
-mi pequeña Alicia, mi niña desdichada, no sufras en vano, tu padre y aquellos hermanos volverán
Una sonrisa tenue, una mirada, un beso y una caricia triste en aquella sala, con aquellas sillas rotas por termitas, en mesas delgadas de madera de pino, con cortinas de tela mugrosa por el polvo y la humedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario